Tokyo Zombie, el apocalipsis ha llegado

Actualidad de las empresas aragonesas
¿Alucinaste con los lisérgicos sub-mundos de Kaz Prapuolenis?
¿Te hipnotizó el dorado tupé y la apabullante personalidad del “Cowboy Henk” de Herr Seele y Kamagurka?
¿Te explotó el cerebro con la violencia salvaje de la “Sangre Americana” de Benjamín Marra?
¿Flipaste con los musculados y viriles guerreros de Víctor Puchalski?
¿Te emocionaste y reafirmaste tu gallarda españolidad con “Nosotros llegamos primero” de Furillo?
Pues no sabes lo que te espera… “Tokyo Zombie” de Yusaku Hankuma (Autsaider, 2016) llega a España directamente de Japón aterrizando en el aeropuerto internacional de Mallorca en vuelo sin escalas.
Tanto el comandante Ata como el resto de la tripulación, Alberto Sakai, David Molina y Edu Bravo, le dan la bienvenida para regocijo ibérico.

¿Crees que Díaz Ferrán es un pillo sin escrúpulos?
¿Te indignas con las pantagruélicas mariscadas que se “pretan” algunos a costa de todos?
¿Te irritas cuando oyes hablar de preferentes, tarjetas “black”, pabellones puente o aeropuertos, autopistas o polígonos vacíos?
¡Despierta!
¡Eso son minucias!
Ríete de los desahucios, la corrupción o el acoso en la escuela o en el lugar de trabajo.
¿Os creéis muy guays presumiendo de calva?
¿Te ríes de tu jefe porque lleva peluca?
¡Te ríes para dentro, viejo!
¿Crees que tu amo y señor no lo nota?
Aprende a distinguir entre los seres humanos (los ricos) y el resto: pobres, esclavos, zombis…
En este tipo de situaciones Hankuma corta por lo sano.
Lean, lean.
“Tokyo Zombie” es un manga (se lee al revés de cómo estamos acostumbrados los occidentales, es decir, de derecha a izquierda) englobado en la corriente Heta-hume (malo pero bueno, feo pero muy pero que muy épico) y publicado originalmente en 1999, en el número 1 de la revista AX (Seirinkogeisha).
Una mezcla del gore de “Deadbrain” (Peter Jackson, 1992), “Planet Terror” (Robert Rodríguez) y por supuesto “Rape Zombie: La Lujuria de los Muertos Vivientes” (Naoyuki Tomomatsu, 2012) y sus secuelas (no temáis tokiotas: ante esa plaga de zombis violadores que arrastran sus pantalones bajados hasta los tobillos en busca de mujeres, existe una solución: sensuales colegialas armadas hasta los dientes con ametralladoras y cuyos certeros golpes de catana no arrancan de cuajo precisamente cabezas como única manera de vencer a los no muertos).
Como no podía ser de otra manera, este manga es tan alucinante que tiene hasta versión cinematográfica serie B (Sakichi Sato, 2005).
Por cierto, a mi también me gustó más el tebeo que la peli.

Vivimos en un mundo corrupto, sucio y malvado.
La basura solo tiene un lugar en el que depositarse: el vertedero.
Aquí se revuelcan los cerdos a cuyo cuidado se encuentran muchos pobres que se satisfacen de mantener relaciones sentimentales con los animales (y a los que conocen por sus nombres femeninos) ante la atenta vigilancia de los esbirros de ricachones y millonetis.
Aquí llegan también todos los desperdicios de la sociedad.
Desde un televisor de plasma (roto o funcionando
¿Qué más da?
En una sociedad del despilfarro no hay que escatimar en gastos) hasta una deslenguada y metomentodo suegra (viva o muerta).
Pero ¡ay dios!
Los desechos humanos se levantan de sus negras fosas improvisadas.
Hay que ser muy buen judoca para sobrevivir un apocalipsis zombi. Y llevar kimono. Y el pelo afro.
Estamos hablando del faraón de Jiu-Jitssu negro style! ¡Fujio Pon!
¿Quién no ha soñado alguna vez avanzar en un gigantesco camión aplastando zombis a diestro y siniestro?
¿Quién no ha pensado en refugiarse en una isla desierta a salvo de sanguijuelas y extorsionadores?
La moraleja de la historia: “nos viene bien todo esto para espabilar.
¡Los japoneses llevamos demasiado tiempo viviendo en babia!”