Crasheado o los efectos de la sociedad digital

Crasheado es una rendición de cuentas de la conciencia, disfrazada de carta de amor.
Tras esta primera argucia, su lectura nos descubre que Crasheado es mucho más; es (en sí mismo o por su tumultuoso ciclorama de nombres, imágenes y secuencias, televisivas y fílmicas, comunes a cada uno de nosotros), un daguerrotipo tan desbocado como exacto de la conciencia universal del ciudadano en los albores del s. XXI.
¿De qué se trata con ello?
Muy simple, demostrar hasta qué punto hemos sido despojados de nuestra intimidad por los Mass Media.
Crasheado es una implacable denuncia de nuestra condición de meros espectadores, ante un mundo servido tan constante y devastadoramente por los múltiples artilugios mediáticos que ha abolido los últimos rincones de nuestra intimidad y, con ella, cualquier rescoldo de nuestros sentimientos, hasta que éstos no sean otra cosa que un reflejo de aquello prescrito y servido por los Media.

Blas Valdez
Narrador y guionista cinematográfico mexicano, poco amigo de dar demasiadas pistas biográficas.
Sus tramas, inmersas sin escapatoria en nuestra realidad inmediata, se caracterizan por la imposibilidad del ideal —casi siempre el amor— y por la mezcla de todo tipo de formas comunicativas (relatos, mensajes electrónicos, pasajes dramatizados, etc…) y hasta de idiomas (español, inglés, spanglish…), escogiendo, a tono con su estructura proteica y pluritonal, unos finales abiertos, con lo que el conjunto constituye un reflejo palmario de nuestra convulsa sociedad, en perpetua transformación.
Su primer libro de ficción, Restos de corazón (1998), es una colección de trece cuentos con un nudo común: la violencia como elemento cotidiano; y su siguiente título, Rompecabezas (2002), es un relato de más amplio recorrido y donde ya encontramos todos los elementos que lo caracterizan como narrador.
Algunos de sus relatos han sido llevados al cine como su cuento Violanchello por el director Alfonso Pineda en Amor, dolor y viceversa (2008).