La Estación de las Cenizas de Thierry Ségur (dibujo) y Bruno Chevalier (guión)

Thierry Ségur (dibujo) y Bruno Chevalier (guión). 
La Estación de las Cenizas, El País de los Sueños y La Sangre de los Reyes (Iru, Barcelona, 1990, Colección "Obras Maestras del Cómic")

Hace dos estaciones que un grupo de enanos partieron hacia el Norte, hacia el dominio de Ewandor. Su Rey ha muerto y el que debía sucederle ha desaparecido. El Consejo enano ha encargado a tres valientes la búsqueda del Rey: Noren, Aren y Oten.

Para semejante misión es necesario un mercenario pero ninguno aceptará. Solo queda una opción: comprar un esclavo akei. Son fuertes y suelen ser leales a sus amos. El elegido será el imponente Morkai, un loco matarife sin cerebro que ama golpear. Es todo lo que sabe hacer. También requerirán de Firfin el liante curandero quien solo tiene un dios: las sales rojas. Cien veces su peso en las deseadas especias será su precio. O de amigos enanos como Allen, hermano de Noren o el sabio Iten. También necesitarán la simiente mágica o el elixir de los hechiceros de Ihz pero cuidado ¡una gran dosis vuelve loco! Maligno azar es el destino. A lo lejos alguien dice que existe un rey enano. En la frontera del País donde nadie vuelve. Un país donde las palabras causan dolor. Un país donde la piedad es un sentimiento lujoso y extraño.

Grandes peligros acechan su viaje pues nos encontramos en un mundo violento de hombres y otras criaturas. Serpientes devoran ranas, aves de presa atacan a pajarillos e insectos barbudos de extraño lenguaje roban huevos de los nidos. Monstruos como el Jagger de hiperdesarrollados ojos y fauces y larguísimos tentáculos que habita en los pantanos, la siempre hambrienta gigantesca araña Tutine que teje telarañas de luna, los dragones Ayax y Jhub, las voluptuosas ninfas, libidinosas y tentadoras, los despiadados gritones morbellinos liderados por el miserable Jhief, Mirlin el insidioso hermano de Firfin o Hurl el gran jefe de los caballeros trueno, asesino de Fuerzas y lacayo de Ssin… Pobre Ssin el malvado, el solitario, el poderoso que todavía llora la muerte de Ine, su añorada compañera y que consuela su dolor en su lúgubre morada, en donde son ensartados durante todo un reloj de arena enemigos y amigos.

Los héroes tendrán que llegar hasta la imponente ciudad de Gaedor, repleta de ladrones y degolladores, donde goblins torturados son expuestos hasta la muerte como advertencia a los diferentes. A las puertas de la ciudad, los soldados escudriñan las alforjas de los comerciantes que no se avienen a pagar la mordida, imprescindible peaje de entrada a Gaedor. Un encadenado y malherido gigante de cabellera rubia es empujado por guardias a golpes hasta las mazmorras. Una bella esclava semidesnuda es arrastrada por la argolla que se cierra sobre su cuello ahogándola por su anciano y decrépito amo. Los taberneros reparten jarras de cerveza y comida por todos los rincones de los grandes patios que configuran los pisos diáfanos de las diferentes estancias que construyen las laberínticas calles y cualquier lugar se antoja adecuado para instalar un fumadero de opio.

Una vez abandonado Gaedor y tras duras jornadas de camino se halla el desierto de Hiaem. Y después el desfiladero de los vientos ardientes. Y finalmente el lugar sagrado que los enanos veneran (¿O un lugar malvado que los enanos temen?). El Pico del Mar ¡montaña sagrada cuyo emplazamiento ningún enano debe profanar! Es un gran secreto que solo conocen el rey y el Consejo de enanos… pero los secretos solo duran el tiempo que se pacta. “Curioso País del de los Sueños. Niño renace, niño resueña. Mira tus pensamientos, están enmascarados. Y tras las máscara, una verdad” dice la canción antigua.