MIGUEL : "Me he reinsertado pintando y dibujando"

De la noche a la mañana, Miguel Fuster se quedó sin piso, sin mujer y sin trabajo. Un día, poco después de que su chica le dejara, el piso de Barcelona de renta antigua en el que residía de alquiler se quemó sospechosamente, y al pintor y dibujante de comics empezó a faltarle trabajo por el auge de los videojuegos. "Siempre había buscado el dinero fácil. Dibujaba los comics guionizados en Selecciones Ilustradas, cobraba y no me interesaba nada más. Cuando se quemó mi casa no tenía ni un duro y no vi la manera de arreglarla aunque mis amigos me dijeron que me ayudarían así que no quise ni intentarlo", explica Fuster, que ayer habló sobre cómo la pintura y el cómic le han permitido volver a la vida después de 15 años en la indigencia, en una conferencia organizada por el Centro Joaquín Roncal de la CAI.
Empezó a ir de pensión en pensión y alojándose en casa de amigos. "Pronto me dí cuenta de que no había manera de remontar, porque eso no garantizaba nada del futuro y yo mismo me fui aislando y apartando. Me veía sin fuerza y poco a poco me alejaba de la gente de mi entorno para no causarles ningún problema", recuerda Fuster. Cada vez más alcoholizado, el antaño compañero de dibujos de gente como Carlos Giménez, empezó a vivir en la calle.
CUADROS DE TOROS Allí vendía cuadros de toros y flamenco que él pintaba para poder comprarse cartones de vino con los que calmar su ansia de alcohol. Mientras él malvendía sus obras, en Texas su pintura se cotizaba por mucho dinero. Él lo ha sabido muchos años después: "Entonces era consciente de donde caía pero no podía evitarlo. Ya estaba acostumbrado al alcohol, a la calle y al miedo a las agresiones". Una noche, "una pareja de pijos de 20 años" le rompieron el tabique nasal con un adoquín para robarle lo que acababa de recaudar con sus pinturas. Aún luce la cicatriz en su cara que le recuerda en lo que se había convertido. Cansado de los cajeros, se fue a dormir al monte, donde tuvo que ahuyentar una manada de jabalíes.
Un día, tal como había entrado la desgracia en su vida, se cruzó la suerte: "Salir de esto solo era imposible. Unos voluntarios de la Fundación Arrels me propusieron intentar dejar todo esto y probé", explica Fuster, que se vio envuelto en cursos de macramé y encuadernación en la rutina marcada por la organización: "No podía con eso así que hablé con la asistenta porque yo me quería reinsertar pero pintando y dibujando que es lo que veía que me podía hacer volver a la vida". La asistenta le propuso que pintara en la pensión en la que le dieron alojamiento y, poco a poco, fue retratando su vida.
Entonces apareció la editorial francesa Glénat que le compró la idea. A final de marzo, saldrá a la venta la novela gráfica Miguel. 15 años después. 68 páginas que son solo el comienzo de la vida de este "alcohólico abstinente" que espera poder subsistir a través de sus pinturas y sus comics: "Ahora resido en un piso tutelado por la fundación con otras dos personas y con una pensión del Estado de 400 euros", afirma antes de concluir: "Eso hasta que pueda vivir de mi pintura y del cómic, si es que va bien". Y lo dice con la chupa que conserva de sus días en la calle y con la mirada del que sabe que la vida le ha dado otra oportunidad. La primera batalla ya la ha ganado
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Fuente: Daniel Monserrat (El Periódico de Aragón)